Estás embarazada. Y con esa noticia, llega un torbellino de emociones, dudas, preguntas.
¿Qué hago ahora? ¿Dónde busco información? ¿Y si no tengo tiempo para buscar? ¿Me dejo llevar y confío en que ya me contarán todo lo que necesito saber más adelante?
Cada mujer lo vive de una manera distinta. Algunas se lanzan a investigar sin parar, otras sienten agobio por no saber por dónde empezar, y muchas simplemente confían en que, cuando llegue el momento, recibirán la información necesaria.
Ninguna opción es mejor ni peor. Cada una tiene su sentido. Pero hay algo que sí merece ser dicho con claridad: este momento puede ser una gran oportunidad para reconectar contigo misma.
Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado a desconectarnos del cuerpo, de nuestras sensaciones, de nuestra sabiduría interna. Pero el embarazo, para muchas mujeres, abre una puerta. Una puerta al autoconocimiento. A la escucha. Al reencuentro con lo más profundo de nuestro ser.
Y como en todo camino, cada elección conlleva consecuencias.
Si esperas que otros te den toda la información… lo más probable es que no recibas todo lo que realmente necesitas. A veces no interesa que sepas. Es más fácil para el sistema que no cuestiones.
Además, cuando depositamos completamente la responsabilidad en terceras personas, olvidamos que nuestro embarazo, nuestro parto, nuestro cuerpo… son únicos. Y aunque hay profesionales maravillosos que se implican y te cuidan, no deberían ser ellos quienes carguen con todas las decisiones. Porque no les corresponden. Porque no conocen tus deseos más íntimos, tus miedos, tus necesidades. Eso solo lo sabes tú.
Informarte, conocer tu cuerpo, saber cuáles son tus límites, tus valores, tus deseos… te da poder. Te da confianza. Te devuelve a casa.
La conexión con una misma no es algo que se logre de la noche a la mañana. Es un proceso, a veces suave, a veces desafiante. Un camino que va sembrando raíces. Que puede remover sombras, sacar emociones escondidas, invitarte a mirar lo que duele. Pero también es un camino que transforma. Que aligera. Que te devuelve la libertad de sentir, de comprender tu cuerpo, de honrar tus emociones: alegría, tristeza, rabia, sorpresa, amor…
¿Y esto me va a servir en el parto?
Sí.
Y no solo en el parto. También durante todo el embarazo. En tu maternidad. Y en tu vida.
Estar en sintonía con tu cuerpo te permite escucharte, cuidarte, tomar decisiones desde el amor y la conciencia.
En el parto, esa conexión te ayuda a moverte con tu cuerpo, no contra él.
Y más allá del nacimiento, te regala una forma de vivir más en coherencia, más en presencia.
Aprendes a entenderte. A habitarte. A amarte.
El embarazo es una puerta.
Una oportunidad para recuperar esa conexión olvidada con tu cuerpo, tu esencia, tu verdadero yo.
Y si estás aquí, leyéndome, tal vez esa puerta ya se ha abierto para ti.
No estás sola. Hay un camino posible, más consciente, más amoroso… y lo puedes recorrer a tu ritmo.